Soy capaz de luchar

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Paula Carrillo

Imagina esto: tu mamá te envía a comprar algunos víveres a la tienda de la esquina. No ha pasado ni un minuto desde que saliste de casa, y ya sientes cómo la sangre te hierve. Comienzas a ser consumido por las miradas de personas de todas las edades; algunas son de burla, otras de temor, y algunas más están llenas de confusión. Hay quienes no paran de señalarte. Lo que más te irrita es que algunos te observen con pesar y lástima.

Te cuestionas a ti mismo. Es una pregunta que te carcome de manera constante: "¿Por qué no me ven como una persona normal?". Otra interrogante surge en tu interior: "¿Por qué no puedo simplemente ser como los demás?".

Las personas, con o sin discapacidad, no podemos darnos el lujo de detenernos. Debemos enfrentar los diferentes obstáculos que la vida nos pone en el camino. Todos debemos luchar contra los estándares de esa palabra tan abstracta llamada "normal". ¿Qué es normal? ¿Alguien tiene la potestad de determinarlo?

La Organización Panamericana de la Salud (OPS) define a las personas con discapacidad como aquellas que tienen "deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales a largo plazo que pueden obstaculizar su participación plena y efectiva en la sociedad en igualdad de condiciones con los demás".

Pero ellas son mucho más que una deficiencia; son seres humanos a quienes se les ha levantado una pared ante sus ojos, una barrera fortalecida con el acero de los prejuicios de un sector de la sociedad, que en ocasiones los separa de cualquier posibilidad de triunfar. Esa es la triste realidad.

Ya sea por pena o por otras razones, el mundo cree que las personas con discapacidad no son capaces y usualmente solo se les permite hacer poco o nada; debido a esto, muchos no pueden tener el rendimiento académico que merecen como ciudadanos, mientras que a otros les es imposible siquiera dar un paso fuera de sus hogares sin la compañía de alguien. Esta situación causa en ellos y en sus familias un sufrimiento silencioso, que los termina encerrando en un espacio sofocante, con pocas o nulas posibilidades.

Tales prejuicios ocasionan que muchos se sientan miserables y convencidos de que son una carga para sus seres queridos. Ellos tienen derecho a seguir adelante y a cumplir sus sueños. Muchos han sido capaces de cruzar esa gran barrera que los obstaculiza, como Stephen Hawking (físico teórico y astrofísico), Pablo Pineda (actor), Gaten Matarazzo (intérprete), Nick Vujicic (conferencista) y Antonio Delgado (medallista paralímpico), entre otros.

Exhorto a todos los lectores a que vean a las personas con discapacidad no como individuos débiles o desamparados, sino como lo que son: seres humanos como cualquiera, con virtudes y defectos, y un mundo de posibilidades.

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